viernes, 9 de mayo de 2014

The thirty – nine steps (Treinta y nueve escalones) – 1935 (primera parte)




Argumento: Richard Hannay (Robert Donat), es un joven canadiense de paso por Londres. La misma noche que conoce a Annabella Smith (Lucy Mannheim), una espía extranjera, ella es asesinada. A partir de allí, Hannay se ve involucrado en una intriga internacional liderada por el Profesor Jordan (Godfrey Tearle) a la vez que es perseguido por la policía, como sospechoso del asesinato de Annabella. Hannay se ve forzado a desenmascarar a los villanos para limpiar su nombre, con ayuda de Pamela (Madeleine Carroll), una joven que conoce en su camino.-

Primero que nada, debo decir que esta es una de mis películas favoritas, de Mr. Hitchcock y de cualquier otro director, de modo que sabrán disculpar si no soy del todo objetiva. Además encontré que tenía tanto para decir que para no aburrirlos en exceso decidí dividir este comentario en dos entregas. También es justo decir que “nuestros amigos los verosímiles” pueden encontrar un poco difícil de digerir la trama y lo sé, porque aún recuerdo que la primera vez que vi The thirty – nine steps, en los primeros minutos me pareció totalmente absurda, pero a las pocas escenas “caí” dentro de la historia y la disfruté en grande.-

El comienzo es interesante: un travelling revela el cartel luminoso de un espectáculo de variedades. Luego seguimos al protagonista, de espaldas a la cámara, mientras compra la entrada, ingresa en la sala y se sienta. Ello casi nos hace pensar que caminamos detrás de él, que somos el siguiente espectador en la fila de la boletería, y supone una agradable introducción para Mr. Memory (Wylie Watson), la mayor atracción del espectáculo y un personaje fundamental, como comprobaremos al final de la película. Un disturbio originado en el fondo de la sala – disparos al aire incluidos – arroja a una desconocida en los brazos de nuestro héroe, y sin más, ambos terminan en el departamento de Hannay. La mujer, que se presenta como “Annabella Smith”, mantiene un extraño comportamiento una vez dentro de la morada de Hannay, y lo explica revelando que es una espía extranjera perseguida por un par de agentes enemigos, además de exponer al dueño de casa cierta información confidencial. Aquí es donde el espectador incrédulo se pregunta ¿por qué una espía presuntamente calificada (según dice, ella es la única que puede detener a los villanos) involucra a un hombre inocente en esta intriga? ¿Por qué le revela tanta información en lugar de inventar una excusa para ganar su favor? ¿Por qué Hannay permite que ella pase la noche en su departamento, cuando sabe que los villanos están vigilándolos? ¿No piensa que ello podría ponerlo en peligro? (mientras tanto, todos los demás nos preguntamos ¡¿por qué Hannay no se quita el abrigo dentro de su casa?!).-

Durante la noche Annabella es asesinada, pero antes de morir logra advertir a Hannay de que debe huir. Una pista esencial se encuentra en el mapa de Escocia que Annabella sostiene, y pone al héroe en movimiento. La salida del edificio es resuelta de modo muy ingenioso, y a la vez evidencia la razón por la cual Hannay no puede confiar en nadie: la realidad que atraviesa simplemente no es creíble para el común de la gente.-

Luego se suceden una serie de peripecias de las que Hannay sale airoso, hasta que llega a la morada del Profesor Jordan. Un instante de gran suspenso se vive cuando el Profesor, habiéndose quitado su máscara de respetabilidad, dispara a Hannay y éste cae desplomado. Dominando perfectamente la técnica del género, Mr. Hitchcock difiere la resolución, transportándonos por unos segundos a otro escenario (la casa del granjero) antes de revelar que Hannay fue salvado por un libro de himnos guardado en el bolsillo interior de su abrigo, que absorbió el impacto de la bala.-

Finalmente, Hannay vuelve al área londinense y se encuentra de nuevo en un teatro de variedades, sin saber exactamente qué debe buscar. La música que durante toda la película no podía quitarse de la cabeza vuelve a sonar, y allí el protagonista recuerda que es aquella que presenta a Mr. Memory. Nosotros ya lo sabíamos, claro, pero la escena no resulta vana porque descubrimos junto con Hannay que Mr. Memory es la clave de todo el enigma: el Profesor ha utilizado su extraordinaria memoria para robar la secreta fórmula de construcción de un avión con motor silencioso (he aquí el McGuffin). El final es totalmente apropiado: Hannay pregunta a viva voz qué son los treinta y nueve escalones que ha buscado durante toda la película y Mr. Memory no puede evitar contestar que se trata de una organización de espías al servicio de cierta potencia extranjera. Su respuesta es interrumpida por el Profesor, quien le dispara hiriéndolo de muerte para luego ser atrapado por la policía. Una vez leí por allí un comentario que criticaba la actitud de Mr. Memory y sostenía que era absurdo que no haya mentido para salvar su vida, o al menor para proteger su secreto. Sin embargo, la conducta de Mr. Memory es perfectamente coherente con su idiosincrasia: contesta porque debe contestar, su conciencia y su sentido del deber le impiden obrar de manera diferente. Toda su vida ha estado consagrada a la memorización de datos y la única forma de honrar ese esfuerzo es contestando con la verdad a las preguntas que le formulan. Mr. Memory lleva este principio al extremo y ello le cuesta la vida.-

Como decía anteriormente, me gusta muchísimo esta película. Creo que el motivo principal es su reparto: Robert Donat hace suyo el personaje desbordando energía y encanto. Maneja a la perfección lo que Mr. Hitchcock, en su diálogo con François Truffaut, denominó understatement, es decir la presentación de acontecimientos trágicos con un tono ligero. Este recurso es clave en la filmografía de Mr. Hitchcock, y sus mejores protagonistas fueron quienes lograron encarnarlo. Lamentablemente por distintas circunstancias Mr. Hitchcock y Mr. Donat no volvieron a reunirse en una película: el director quiso que personificara al detective en Sabotage, un año después, pero el trato no pudo concretarse; y leí por estos días que también habría sido su elegido para The secret agent (El agente secreto), del mismo año, pero la salud de Robert Donat le impidió aceptar el papel. Es difícil hacerlo, porque en lo personal me gustan los actores que asumieron ambos roles (John Loder y John Gielgud respectivamente), pero puedo imaginar cómo hubieran resultado esas películas con Robert Donat al frente del reparto… Madeleine Carroll también está muy bien en su rol de joven severa y valiente, y representa con mucha delicadeza el proceso de enamoramiento de Hannay. Su personaje también tiene, al igual que Mr. Memory, su propia lógica: su rectitud la lleva a entregar a Hannay en dos oportunidades y, si bien va cediendo a medida que advierte en el protagonista rasgos nobles, sólo baja la guardia cuando descubre la verdad. Los actores a cargo de los personajes menores, finalmente, son verdaderamente excelentes. Mr. Hitchcock contó a François Truffaut que estructuró el guión como una serie de episodios, de modo tal que cada escena constituya un pequeño film en sí mismo y los viajantes de comercio, el granjero y su mujer, el público de la reunión política, la esposa del Profesor, el posadero y su mujer, cumplen ampliamente con este objetivo. Cada uno de ellos deja una huella imborrable en el espectador, y entre todos “llenan” la película.-
(Continúa en una próxima entrada).-
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario