Argumento:
El agente secreto Ashenden (John Gielgud) es enviado a Suiza para encontrar y
asesinar a un espía alemán. Para ello cuenta con la ayuda de Elsa Carrington
(Madeleine Carroll) y de “El General” (Peter Lorre). Una vez en destino,
Ashenden y El General asesinan primero al hombre equivocado (Percy Marmont), descubriendo
luego al correcto (Robert Young).-
Luego
de The thirty – nine steps (Treinta y
nueve escalones), esta película representa una ligera caída en la obra de Mr.
Hitchcock. Visualmente no se destaca demasiado; el ritmo no es tan uniforme con
el de su predecesora y el argumento presenta algunas áreas grises.-
Esta
película está claramente dividida en tres actos, cada uno de una duración
aproximada de treinta minutos. El primer acto tiene el espíritu de una comedia
romántica de enredos; el segundo es oscuro y el mayor peso se encuentra en
tanto en los dilemas morales que desata la muerte de Caypor como en la relación
romántica entre Elsa y Ashenden; y el tercero está dedicado mayormente a
resolver la intriga de espionaje. En su conjunto, estos actos no siempre guardan
la cohesión esperable, y por momentos nos parece que acaba de empezar una
película diferente.-
La trama
plantea a “nuestros amigos los verosímiles” dudas parecidas a las que ya habían
tenido en The thirty – nine steps
(Treinta y nueve escalones): ¿por qué una misión tan importante es encomendada
a tres personas que claramente no tienen la preparación necesaria? Ashenden
(Brodie, en realidad), es un novelista que no parece tener aptitudes especiales
para el trabajo, además de que presumiblemente sea una persona conocida y por
ello reconocible (aunque, por otro lado, tal vez su obra no tuviera difusión
fuera de Inglaterra o bien su rostro no fuera tan público, considerando que la
película transcurre en 1916). Elsa es una joven en busca de aventuras que “pisó
muchas cabezas para conseguir ese trabajo” (deducciones aparte…). Y “El
General” no es más que un asesino profesional y cuando logra encontrar la pista
correcta, lo hace más bien por casualidad. Claro que por el bien de la
historia, conviene que “los buenos” no sean sabuesos experimentados, aunque
ello no sea tan beneficioso para Caypor y su esposa… Dicho sea de paso, este es
probablemente un caso único en la filmografía de Mr. Hitchcock, en el cual la
historia no está contada desde el punto de vista del “hombre equivocado” sino,
por el contrario, desde el de sus perseguidores.-
Desde
el punto de vista del diseño de producción y el vestuario, debo decir que
aunque un título al comienzo de la película nos anuncia que la historia
transcurre en 1916, posiblemente la única pista de ello sea este título. Por lo
demás, no hay demasiado que nos haga pensar que no estamos en 1936, año de la
filmación, toda vez que la ambientación no pareció preocupar en lo más mínimo a
Mr. Hitchcock… Claro que siempre cabe la posibilidad de que ello no se deba a
un descuido sino a una decisión consiente: de hecho, esta es la primera película
del director en la cual el trasfondo político está precisamente definido. Aquí
ya no se trata, como en películas anteriores, de insinuar que “una cierta
potencia extranjera” estaría implicada en la trama, sino que directamente se
identifica al enemigo en consonancia con la política del momento (además de
sugerirse la posibilidad de que haya traidores entre los propios, o al menos
entre quienes aparentan serlo).-
Mencioné
anteriormente que la película está filmada en forma bastante tradicional, aunque
hay una toma que se destaca. Se trata de una toma subjetiva, desde el punto de
vista de Ashenden, en la secuencia en la cual El General asesina a Caypor: se
trata de un travelling lateral que
comienza con un plano de ambos a lo lejos y luego encuentra al telescopio por
el cual observa Ashenden, ampliando la imagen. Por otro lado, siguiendo en el
plano estético, hacia el final de la película encontramos un elemento favorito
de Mr. Hitchcock: la utilización de miniaturas. La secuencia que transcurre en
el tren está realmente bien lograda y aporta emoción al desenlace.-
La
utilización del sonido tiene, a mi criterio, cuatro momentos para destacar, y
con finalidades distintas. El primero de ellos se desarrolla en la iglesia a la
que Ashenden y El General van para encontrarse con el doble agente que les dará
información. Cuando ingresan se escucha una única nota en el órgano, sostenida
a lo largo de la escena, y que aumenta en volumen a medida que los personajes
se acercan al organista. Este sonido monótono y constante genera una tensión
casi insoportable y no se interrumpe sino hasta que descubrimos, junto con
nuestros protagonistas, que el organista fue asesinado y que es el peso de su
cuerpo el que hace sonar el instrumento. La duración de la escena está bien
manejada por Mr. Hitchcock, ya que no extiende mucho más de aquel punto en el
que como espectadores comenzamos a sospechar que el organista murió… o bien que
es un pésimo músico…
El
segundo momento destacable ocurre en la escena del asesinato de Caypor, que ya
mencioné anteriormente. A medida que Caypor se coloca en una posición de mayor
peligro, su perro se inquieta más y más y el sonido de sus aullidos comienza a
superponerse levemente con la acción que transcurre en la montaña. Toda esta
secuencia es, además, un buen ejemplo de las posibilidades del montaje. La
alternancia entre la escena del asesinato y la que se desarrolla en el hotel,
fragmentadas en planos cada vez más cortos y sumadas a los sonidos desesperados
del perro de Caypor, es angustiante aún cuando todavía ignoramos la inocencia
de la víctima.-
En
tercer lugar, cuando comienza el segundo acto de la película inmediatamente
después
del asesinato de Caypor, nos encontramos en una celebración típica.
Elsa, sin saber que la víctima era inocente, está trastornada por lo sucedido y
mantiene la mirada perdida. Los cantantes que se presentan en la fiesta se
acompañan con sonidos producidos por una moneda que rueda dentro de un cuenco
metálico y tras pocos segundos los mismos resultan hipnóticos, en consonancia
con el estado de nuestra protagonista.-
Finalmente,
durante el tercer acto, que transcurre mayormente en la fábrica de chocolates,
el estruendo de la maquinaria cumple una doble función: por un lado evita
parlamentos superfluos, como serían los del guía que explica a Ashenden y a El
General el proceso de producción y por otro aporta mayor ritmo a la escena.-
En Secret agent aparece por primera vez un
recurso que Mr. Hitchcock afinará en las películas siguientes, cual es el de
poner al espectador del lado del “villano”, generándole una crisis de
conciencia. Aquí sabemos que Ashenden
y El General deben tener éxito en su persecución, porque el hombre al que
buscan es un espía y ha matado al organista en la iglesia, pero a la vez queremos que Caypor, a quien creemos culpable, se salve porque es
víctima de una emboscada y su vida corre peligro. Mr. Hitchcock sabía que como
espectadores instintivamente nos ponemos de parte de quien está en riesgo, y
que cuando ése es el villano, ello nos hace sentir culpables, incómodos y
perversos… Colocarnos en esa posición era simplemente irresistible para el
maestro del suspense. Aquí hay,
además, un elemento adicional: en este caso el “villano” no es tal, lo cual en
este caso roza el límite de lo conveniente. El propio director reconoce en su entrevista
con Truffaut que el hecho de que el protagonista asesine a un hombre inocente
perjudica su consideración por parte del público. En este sentido, el único
personaje que se redime tras la muerte de Caypor es el de Elsa, quien,
conmovida por el dolor de la viuda del inocente, toma real conciencia de las
consecuencias de su tarea e intenta convencer a Ashenden de renunciar antes de
involucrarse más.-
Pasando
de los personajes a los actores, debo decir que creo que en general están muy
bien. John Gielgud y Madeleine Carroll tienen una química que, si bien podría
ser mejor, es adecuada. Ella, particularmente, se destaca en cuanto acabamos de
verla en The thirty – nine steps (Treinta y nueve escalones) en un
papel muy diferente a este; aquí es enérgica y atrevida. Peter Lorre nuevamente
se lleva los laureles: es superficial y mujeriego cuando puede, pero de
inmediato se torna siniestro cuando el deber llama. Robert Young también está
bien en su rol de seductor/villano, aunque aquí a mí se me escapa su motivación
durante gran parte de la película, y me encuentro preguntándome por qué
coquetea con Elsa cuando tiene una misión por cumplir. ¿Será que acaso
descubrió su identidad? ¿Sólo buscará una distracción mientras se ocupa de sus
asuntos? La cuestión me excede y sospecho que, si estoy en lo cierto y ha
habido una falla en esto, la responsabilidad por ello es compartida entre
guionista, director y actor…
Para
ir terminando señalo brevemente que aquí, como en The man who knew too much (El hombre que sabía demasiado), de 1934,
Mr. Hitchcock explota al máximo las posibilidades de la locación elegida. Suiza
provee las montañas, las iglesias en pequeñas villas y las fábricas de
chocolate que esconden conspiradores.-
En
esta película Mr. Hitchcock no hace su tradicional aparación. No volveremos a
encontrarlo hasta Young and innocent (Inocencia
y juventud), de 1937.-
Secret agent
(Agente secreto) se consigue en Argentina en una presentación doble con Number seventeen (El número diecisiete),
con bastante buena calidad de imagen y sonido y subtítulos en español
correctos.-
Mi querida Bet, fíjate que creo que no he visto esta película (o no la recuerdo apenas) porque al ver el título la he confundido con otra que me apasiona Enviado especial (Foreign Correspondent) con Joel McCrea (cómo me gusta este actor, madre mía). De nuevo tu texto me ha dado pistas importantes y sobre todo me ha encantado una reflexión que has realizado de la película: "poner al espectador del lado del 'villano'" como una de las premisas importantes de Hitchcock. De pronto me has hecho recordar villanos a los que a pesar de su maldad se les tiene un cierto 'cariño'. Así me ha venido a la cabeza el tío Charlie, Norman Bates, Alexander Sebastian (el que me da más pena de todos y, Dios mío, ¡es un nazi!) o siempre me ha parecido muy atractivo Phillip Vandamm (pero es que tengo debilidad por James Mason). Y todos son malvados, malvados...
ResponderBorrarBesos
Hildy
¡Hola querida Hildy! Es cierto que los "villanos" de Mr. Hitchcock suelen ser mucho más queribles que los "héroes", Alexander Sebastian a la cabeza (y es verdad ¡es un nazi!, pero tan vulnerable y con una madre tan terrible...). En breve me toca encargarme de otros dos que también terminan dando un poco de pena: Verloc en "Sabotaje" ("Sabotage") y el músico loco por celos en "Inocencia y Juventud" ("Young and Innocent").-
Borrar(En otro orden de cosas, tengo que buscar más películas de McCrea y de Mason...).-
Un beso grande, Bet.-
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