Argumento:
Unos contrabandistas de diamantes se reúnen en una casona abandonada en cuyo
sótano existe una conexión con el tren que lleva a la estación del ferry hacia
el continente. A la misma casa han llegado otras personas, por distintos
motivos. Ambos grupos se enredan en el juego del gato y el ratón hasta que los
contrabandistas logran tomar el tren. Finalmente son detenidos por uno de los
extraños (John Stuart), que resulta ser un detective que estaba detrás de la
banda.-
Bien…
“Nuestros amigos los verosímiles”, en las palabras de Mr. Hitchcock, pueden
tomarse el día libre porque Number
seventeen no es la película para ellos. Es difícil imaginar qué pasó, cómo
el director de The lodger es el mismo
que el de esta película, pero esta breve obra de tan solo 65 minutos no es más
que una sucesión de aparentes coincidencias y sinsentidos que nos tiene
preguntándonos qué está pasando hasta el último minuto. Extraños que se reúnen
aparentemente por casualidad, personajes en peligro que se salvan de modo
inexplicable, informaciones vitales pegadas en lugares improbables, todo esto y
más se da cita en esta película.-
La
primera parte de la película transcurre en la casa abandonada, ubicada en el N°
17 de
una calle cercana a las vías del tren, y desde el mismísimo comienzo los espectadores quedamos desconcertados: ¿por qué este personaje, identificado como Forsythe (John Stuart) entra en una casa desierta, en plena noche, sólo para ver quién se pasea en su interior a la luz de una vela? ¿Quién es, cuál es su motivación? Una vez adentro, se encuentra con Ben (Leon M. Lion), un vagabundo de cambiante personalidad, quien por momentos se muestra sumiso y atemorizado, en otros intenta dominar la situación y ocasionalmente olvida por completo el peligro y se dedica a beber. Ambos descubren un cadáver (Henry Caine), y enseguida la Srta. Ackroyd (Ann Casson), una joven, cae a través de una claraboya. Esta joven parece confiar completamente en Forsythe y le da la mayor información que tendremos en toda la película: su padre desapareció en los últimos minutos, dejando una misteriosa tarjeta de visita que anuncia que en el N° 17 algo pasará a las 12:30 de la noche y un telegrama remitido por un “Detective Barton”, quien explica que siguió la pista de un collar robado hasta esa casa.-
una calle cercana a las vías del tren, y desde el mismísimo comienzo los espectadores quedamos desconcertados: ¿por qué este personaje, identificado como Forsythe (John Stuart) entra en una casa desierta, en plena noche, sólo para ver quién se pasea en su interior a la luz de una vela? ¿Quién es, cuál es su motivación? Una vez adentro, se encuentra con Ben (Leon M. Lion), un vagabundo de cambiante personalidad, quien por momentos se muestra sumiso y atemorizado, en otros intenta dominar la situación y ocasionalmente olvida por completo el peligro y se dedica a beber. Ambos descubren un cadáver (Henry Caine), y enseguida la Srta. Ackroyd (Ann Casson), una joven, cae a través de una claraboya. Esta joven parece confiar completamente en Forsythe y le da la mayor información que tendremos en toda la película: su padre desapareció en los últimos minutos, dejando una misteriosa tarjeta de visita que anuncia que en el N° 17 algo pasará a las 12:30 de la noche y un telegrama remitido por un “Detective Barton”, quien explica que siguió la pista de un collar robado hasta esa casa.-
Enseguida
llega una pareja de extraños, Nora (Anne Grey) y Brant (Donald Calthrop),
seguidos por un supuesto sobrino, Henry Doyle (Barry Jones), cuyo pretexto es
visitar la casa con intención de comprarla. En el ínterin, el cadáver
desaparece, los visitantes se revelan como delincuentes y el falso cadáver
parece ser uno de ellos. Ben es encerrado en el baño y la Srta. Ackroyd y
Forsythe son maniatados a la baranda de la escalera. En un segmento
emocionante, la baranda se desmorona y ambos personajes quedan colgados por las
muñecas, en una pose que recuerda a aquella de Ivor Novello esposado en The lodger, aunque enseguida son
rescatados por Nora, quien dicho sea de paso por alguna extraña razón simula
ser sordomuda. A pesar de que se encontraban a dos pisos de altura, logran
hacer pie y ponerse a salvo. Mientras tanto Ben roba el collar de diamantes al
hombre que lo había encerrado en el baño, que resulta ser Sheldrake (Garry
Marsh), el contrabandista que reunió a los demás en la casa N° 17. El falso cadáver,
por su parte, simuló ser Sheldrake por un momento, pero luego descubrimos que
es el padre de la Srta. Ackroyd.-
Finalmente
Sheldrake, los falsos tío y sobrino y la falsa sordomuda toman el tren y son
perseguidos por Ben y Forsythe, aunque este último no logra subirse y debe
secuestrar un autobús para intentar interceptar al tren. Perseguidos por Forsythe,
los contrabandistas llegan al ferry, pero al no poder detener el tren ocasionan
su descarrilamiento. Su perseguidor los alcanza, rescata a Nora y ambos
terminan junto con Ben y Doyle, el falso sobrino, en una oficina portuaria.
Éste sostiene que él es el Detective Barton, aunque Forsythe se expone como el
verdadero detective y súbitamente corteja a Nora al mismo tiempo que Ben revela
que se ha quedado con el collar en su poder.-
Desarrollar
la trama de la película es tan confuso como verla. El hecho de que los
personajes permanezcan innominados durante largos minutos luego de haber
aparecido en escena, no ayuda a clarificar la acción. Al terminar de ver la
película, recordé la explicación de Mr. Hitchcock sobre la diferencia entre
suspenso y misterio, que ya mencioné en el comentario a Murder!, y pensé que esta película es exactamente lo contrario al
suspenso: si en este género el secreto está en que el espectador sepa algo que
los personajes desconocer, pues en Number
seventeen el espectador todavía no sabe qué sucedió, aún cuando la película
ya haya terminado.-
En
cuanto al aspecto visual, la elección de los planos y la edición de la película
no ayudan a comprender lo que sucede, sino que por el contrario se produce algo
similar a lo que ya pudimos ver en Blackmail.
La abundancia de primeros planos, o planos detalles de manos y sombras, impide
tener referencias espaciales, lo cual aumenta nuestro desconcierto. El uso del
sonido tampoco se destaca especialmente.-
Sin
embargo, no todo en Number seventeen es
para el olvido: el diseño de producción en ambas partes está bastante bien,
realmente podemos llegar a pensar que la película se filmó en una casa
abandonada o en un tren en movimiento. Y en cuanto a los diálogos, Ben tiene
las mejores líneas, algunas de las cuales son verdaderamente ingeniosas.-
Sin
dudas lo mejor de la película, desde el punto de vista estético, es la segunda
parte. La
persecución del tren que emprende el Detective Barton en un autobús está muy bien lograda mediante el uso de miniaturas. Es la primera vez que Mr. Hitchcock utiliza este recurso, que abundará en los años posteriores, y aquí lo presenta en una forma bastante atractiva y verosímil para su época. Otro recurso que aparece por primera vez es el utilizado por Mr. Hitchcock para filmar determinadas secuencias de acción, tales como peleas y persecuciones. Este recurso consiste en fragmentar la escena en breves tomas y luego acelerar su velocidad, aumentando la emoción. Si bien en su período mudo ya habíamos visto este tipo de escenas (sobre todo en The ring), lo cierto es que a partir de Number seventeen esta técnica se hace más notoria, debido probablemente a dos motivos, uno técnico y otro subjetivo. Por un lado, en el cine primitivo aún no se filmaba la cantidad de veinticuatro fotogramas por segundo, sino una menor, haciendo que al momento de la reproducción la velocidad de la acción durante toda la película fuera mayor para lograr la fluidez del movimiento (es por ello que las películas muy antiguas se ven “aceleradas”). Por otro lado, la eliminación de los intertítulos hace que a nuestros ojos la acción parezca ininterrumpida, aun existiendo distintos planos, por lo cual la inserción de secuencias reproducidas a mayor velocidad implica una perturbación que sí advertimos.-
persecución del tren que emprende el Detective Barton en un autobús está muy bien lograda mediante el uso de miniaturas. Es la primera vez que Mr. Hitchcock utiliza este recurso, que abundará en los años posteriores, y aquí lo presenta en una forma bastante atractiva y verosímil para su época. Otro recurso que aparece por primera vez es el utilizado por Mr. Hitchcock para filmar determinadas secuencias de acción, tales como peleas y persecuciones. Este recurso consiste en fragmentar la escena en breves tomas y luego acelerar su velocidad, aumentando la emoción. Si bien en su período mudo ya habíamos visto este tipo de escenas (sobre todo en The ring), lo cierto es que a partir de Number seventeen esta técnica se hace más notoria, debido probablemente a dos motivos, uno técnico y otro subjetivo. Por un lado, en el cine primitivo aún no se filmaba la cantidad de veinticuatro fotogramas por segundo, sino una menor, haciendo que al momento de la reproducción la velocidad de la acción durante toda la película fuera mayor para lograr la fluidez del movimiento (es por ello que las películas muy antiguas se ven “aceleradas”). Por otro lado, la eliminación de los intertítulos hace que a nuestros ojos la acción parezca ininterrumpida, aun existiendo distintos planos, por lo cual la inserción de secuencias reproducidas a mayor velocidad implica una perturbación que sí advertimos.-
Surge
de distintas fuentes que Mr. Hitchcock no quiso filmar esta película, sino que
le fue impuesta. Aún así vuelvo a preguntarme qué sucedió, porqué no pudo
redondear mejor el guión (del cual figura como co – autor junto con Mrs.
Hitchcock), sobre todo contando con tiempo en pantalla de sobra… Indudablemente,
como el propio Mr. Hitchcock reconoció en el diálogo que mantuvo con Truffaut, Number seventeen y Waltzes fron Vienna (Valses de Viena) – la cual no
comentaré dado que no la he visto en DVD – representan lo más bajo de su
carrera, y forman parte de una época difícil de altibajos tanto en cuanto a lo
creativo como a los resultados económicos de sus películas. Ya a partir de la
siguiente película según el orden seguido en este blog, The man who knew too much (El hombre que sabía demasiado), de 1934,
las cosas mejorarán y mucho tanto para Mr. Hitchcock como para sus seguidores.
Sin perjuicio de ello, insisto en que no todo está perdido en relación a esta
película, y los amantes de los trucos técnicos podrán aprovecharla, sobre todo
en su segunda parte.-
Number seventeen fue editada en DVD en Argentina, en una presentación doble con Secret agent (Agente secreto), bastante
fácil de conseguir y de precio accesible. La calidad de imagen es buena, la del
sonido no tanto, y los subtítulos en español no son perfectos, pero están
bastante bien.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario