Argumento:
Barry Kane (Robert Cummings), un joven empleado de una fábrica de aviones, es
acusado de un acto de sabotaje que causa la muerte de su amigo. Perseguido por
la policía, decide encontrar al hombre que causó el estrago, Fry (Norman Lloyd)
para lo cual emprende una carrera a través de Estados Unidos.-
Saboteur
bien puede ser considerada como una remake
hollywoodense de Treinta y nueve escalones, película con la que guarda muchas
similitudes. Aquí también tenemos por héroe a un hombre común acusado de un
crimen que no cometió, perseguido por la policía y por los villanos,
desplazándose a través del país, conociendo a otros personajes que intentarán
ya sea ayudarlo o delatarlo y ganando además el corazón de una joven. Sin
embargo, encontraremos aquí temas “nuevos”, que no estaban presentes en su
predecesora, además de una mayor estilización visual.-
Los
títulos de la película anuncian no sólo el tono sino también el tema (amén de
que Saboteur sea un título más que
explícito) y el contexto del ataque de los conspiradores: la sombra de un
hombre se proyecta sobre la pared metálica de un taller mientras escuchamos una
música dramática. Esta decisión de Mr. Hitchcock nos pone en situación inmediatamente,
pero además logra mucho en cuanto a la estructura de la película. En efecto, la
introducción es muy breve y en pocos minutos nos encontraremos en pleno
desarrollo pero no sentimos que esto afecte la distribución del tiempo en la
película, en parte gracias a la preparación que dan los títulos iniciales.-
Pasadas
las primera escenas, que incluyen un espectacular incendio en la planta de
fabricación de aviones y un momento íntimo en casa de la madre de Ken Mason
(Virgil Summers), el amigo de Barry, Mr. Hitchcock vuelve a recurrir a la
estructura “por episodios” que ya había utilizado en Treinta y nueve escalones.
En mi opinión, con una historia tan sencilla en la que no sucede demasiado
(tenemos un protagonista que es acusado de un crimen que no cometió, busca al
culpable, lo encuentra y en el camino presumiblemente desbarata a una banda de
conspiradores), fue un acierto trabajar con esta estructura. Los episodios que
más se destacan en la parte media, por la riqueza de los personajes secundarios
que intervienen en ellos, son los que transcurren en la cabaña en el bosque,
perteneciente a Philip Martin (Vaughan Glaser), el tío de Pat (Priscilla Lane),
y en la caravana del circo que da un aventón a la pareja.-
Es
en la cabaña del Sr. Martin, justamente, en donde se introduce en forma expresa
uno de los temas “nuevos” con relación a Treinta y nueve escalones: el del
patriotismo. Pat y su tío discuten acerca de su deber como estadounidenses.
¿Deben entregar a Barry a las autoridades porque está acusado de un delito
contra la Nación o deben ocultarlo en virtud de la presunción de inocencia,
pilar de un Estado respetuoso de la Constitución?
Otro
de los temas de la película es, como tantas veces en la obra de Mr. Hitchcock,
el de las clases sociales y especialmente el de los excluidos. Barry descubre
pronto en la película que no cuenta con el favor de las autoridades,
simplemente porque pertenece a la clase trabajadora. La policía se muestra
siempre mejor predispuesta a escuchar las razones del Sr. Tobin (Otto Kruger), el
respetable y acaudalado dueño del rancho al cual Barry llega en busca de Fry,
que las de nuestro protagonista (algo similar ya le había sucedido a Richard
Hannay en Treinta y nueve escalones en su intento por denunciar al Profesor
Jordan). Más adelante, cuando se encuentra cautivo junto con Pat en la mansión
de la Sra. Sutton (Alma Kruger) intenta recurrir a los invitados a la fiesta
que se desarrolla en el salón principal, sin embargo no logra su atención
porque no se encuentra convenientemente vestido. Así, nuestros protagonistas
parecen afrontar mayores peligros cuando están ante una multitud de extraños
que estando a solas con los villanos… La situación tampoco parece mejorar entre
los propios desfavorecidos: cuando Barry y Pat suben a la caravana del circo
encuentran que los artistas no logran unificar su postura. Aquí la discusión se
centra en decidir si, siendo miembros excluidos de la sociedad, deberían
entregar a los fugitivos para evitar mayores problemas con las autoridades o si
por el contrario deberían hacer causa común con ellos y protegerlos. La
votación por una u otra postura arroja un resultado muy apretado, lo cual
evidencia que Mr. Hitchcock no creía que la cuestión fuera tan simple de
resolver. Al año siguiente, el director volvería sobre este punto en Lifeboat (Náufragos), planteándolo en
términos mucho más decisivos.-
Al
igual que en Treinta y nueve escalones, en la cual la organización criminal era
dirigida por el Profesor Jordan, un ciudadano en apariencia ejemplar, en Saboteur los conspiradores se encuentran
mezclados con la sociedad e incluso ocupan posiciones prominentes. Parece
depender de los habitantes comunes, tales como Barry y Pat, el unirse para
combatirlos. Este es otro aspecto que Mr. Hitchcock se preocupa por resaltar en
esta película y nos recuerda el contexto histórico en el cual fue filmada.-
Finalmente,
como en casi todas las películas de Mr. Hitchcock, en Saboteur aparece la cuestión de la confianza como base de la
relación amorosa. Pat avanza y retrocede en su proceso respecto de Barry y por
ello intenta delatarlo dos veces. Sólo se convence de su inocencia cuando
escucha de boca de los propios villanos la confirmación de que Barry no es uno
de ellos. A partir de entonces jugará un papel esencial en la búsqueda de Fry
que Barry continúa hasta último momento (como todo buen Mac Guffin, Fry
permanece oculto hasta el último acto de la película), y será ella quien
finalmente lo retenga en la Estatua de la Libertad hasta que el héroe y los
policías (¡por fin se han puesto del lado correcto!) lleguen. En la última toma
de la película, además, será ella quien tome la mano de Barry para ayudarlo a
ponerse a salvo luego de que Fry caiga al vacío.-
Visualmente
esta película tiene algunos momentos destacables, tales como la escena del
incendio en la fábrica de aeronaves, aquella toma subjetiva cuando Barry se
esconde de sus perseguidores bajo el agua, el plano de la caravana del circo
mientras es inspeccionada por la policía (se trata de una toma trucada para la
cual Mr. Hitchcock se valió de objetos y actores en tres escalas diferentes) pero
fundamentalmente la escena final en la que Fry y Barry penden de la antorcha de
la Estatua de la Libertad. Para ella se replicó el brazo y la antorcha de la
estatua a escala natural, además de recurrirse a una toma trucada para el
momento en que Fry cae al vacío.-
Y
hablando de esta última escena, debo referirme al libro de François Truffaut,
“El cine según Hitchcock”: el director consideraba que fue un error poner en
peligro al villano, diciendo que debió haber sido el héroe quien estuviera a
punto de caer para lograr mayor participación del público. Aquí discrepo con
nuestro director: no sólo coincido con Monsieur
Truffaut en que el momento es tan intenso que aún así tememos por la caída
sino que además creo que involuntariamente Mr. Hitchcock logra aquello que
tantas veces nos hizo sentir como espectadores, y es el deseo de que los planes
del villano se cumplan. Ya he mencionado esto en el comentario a Secret agent, y es que Mr. Hitchcock disfrutaba
poniendo al espectador del lado del villano para generarle una crisis de
conciencia. En este caso, sabemos que Fry es una persona terrible, que además
de causar el incendio inicial matando al amigo de Barry, desencadenó las
desventuras del héroe y es responsable por la muerte de un inocente durante la
proyección de una película (¡gran escena!, ¿no les recuerda a una similar en
“Misterioso asesinato en Manhattan”, de Woody Allen?), pero aún así sentimos
pena y miedo por él al verlo en peligro. Dicho sea de paso, algo similar sucede
en la escena en la cual Barry y Pat están atrapados con los conspiradores en la
biblioteca: Barry parece muy seguro de sí mismo mientras que los villanos se
muestran como un grupo tan vulnerable que provoca lástima…
En
cuanto a las actuaciones, Robert Cummings y Priscilla Lane ciertamente no son
los mejores protagonistas que Mr. Hitchcock pudo tener, pero están bastante
bien en sus personajes. Quienes sí se destacan son los actores secundarios: la
compañía circense, encabezada por Pedro de Córdoba; Alan Baxter en el rol de
Freeman, el villano que se explaya sobre su “idiosincrasia” ante Barry; Norman
Lloyd, por supuesto, como Fry; Murray Alper en el rol del transportista cuya
esposa va demasiado a los cines; e incluso Belle Mitchell como la siniestra ama
de llaves que esconde un arma en su monedero; todos ellos dejan una impresión
duradera en el espectador.-
El
cameo de Mr. Hitchcock en Saboteur es
apenas perceptible. El director puede ser visto en el fondo de la escena en la
cual Barry y sus captores bajan del automóvil en Nueva York y entran en una
tienda cuya parte trasera se conecta con la mansión de la Sra. Sutton.-
Saboteur fue
editada en DVD en Argentina como parte de una excelente colección llamada
“Colección Hitchcock” (otros títulos disponibles, editados en forma individual,
son Shadow of a doubt – La sombra de
una duda – Rope – La soga – Rear window – La ventana indiscreta – y Vertigo – Vértigo – entre otros). La
calidad de imagen y sonido es perfecta, los subtítulos excelentes y, como cada
título de la colección, viene con un documental muy interesante dirigido por
Laurent Bouzereau, con subtítulos en español.-