Argumento:
Guy Haines (Farley Granger) y Bruno Antony (Robert Walker) se conocen
accidentalmente en un tren. Durante el almuerzo que comparten, Bruno ofrece
matar a la esposa de Guy (Laura Elliott) para que éste pueda casarse con su
novia Anne Morton (Ruth Roman) si a cambio Guy mata al padre de Bruno (Jonathan
Hale). Cuando Bruno cumple su parte del plan comienza a acosar a Guy para que
haga lo propio.-
Strangers on a train es un clásico de la filmografía de Mr. Hitchcock, tan representativa de
su estilo como The thirty – nine steps
(Treinta y nueve escalones) o North by
northwest (Intriga internacional, Con la muerte en los talones) y ha sido
reinterpretada, homenajeada y copiada en infinidad de otras películas.
Representa, además, la inauguración formal de la década de 1950 para el
director (que podemos alargar un poco hasta 1963, año de estreno de The birds – Los pájaros), sin dudas su
período de mayor éxito comercial y de logros artísticos más consistentes. Por
último, es la primera colaboración entre Mr. Hitchcock y Robert Burks, el
director de fotografía responsable por la estética de las siguientes películas
del director hasta 1964, con la sola excepción de Pshyco (Psicosis).-
Visualmente,
esta película es muy interesante y desde el mismísimo comienzo se advierte la
intención del director de contar su historia a través de las imágenes. En una
famosa secuencia, seguimos los pies de dos caballeros que bajan de diferentes
taxis, atraviesan la estación, toman un tren que circula por un complejo
trazado de rieles y finalmente chocan sus pies cuando se sientan frente a
frente. Esta secuencia funciona a modo de presentación de los personajes y
resume, además, el disparador de la película: la unión de los destinos de dos
hombres depende solamente de un cruce fortuito e inevitable. Otros momentos
memorables desde lo visual son el almuerzo en el tren, en donde Mr. Hitchcock
recupera un recurso que ya había utilizado en The lady vanishes (Alarma en el expreso, La
dama desaparece) al colocar un objeto
sumamente importante para la trama (aquí, el encendedor de Guy; en aquel caso
se trataba de las bebidas envenenadas) en un primer plano, sin mencionarlo en
lo absoluto de modo tal que sea la imagen la que nos señale su relevancia; el
asesinato de Miriam, la esposa de Guy, reflejado sobre el cristal de sus
anteojos; y aquel en el cual Bruno mira fijamente a Guy mientras el resto del
público atiende el desarrollo del partido de tenis. Y por supuesto el final
apoteótico en el parque de diversiones, con ese carrusel fuera de control
saliéndose de su eje.-
Mr.
Hitchcock vuelve a utilizar en esta película el montaje para manipular el
tiempo tal como había hecho en casos anteriores, sobre todo en Sabotage y en Notorious (Encadenados, Tuyo es mi corazón). En este caso, edita
paralelamente el partido de tenis que Guy debe jugar (y terminar antes del
ocaso) con el segundo viaje de Bruno al parque de diversiones. A medida que
avanza la acción en ambas escenas el ritmo del montaje se acelera, lo cual
aumenta la tensión del espectador y recuerda, como aquellas botellas de
champagne de Notorious, al tic tac de
una bomba.-
Esta secuencia es relevante, además, en relación a lo que está sucediendo
con cada uno de los protagonistas: Guy se juega la vida en este partido de
tenis pero no puede simplemente perderlo adrede. Debe jugar bien porque es lo que está llamado a hacer, de la misma
forma en que Mr. Memory – el inolvidable personaje de Treinta y nueve escalones
– debía responder aún poniendo en
riesgo su vida. Bruno, por otro lado, falla por primera vez al perder el
encendedor que le servirá para incriminar a Guy en el asesinato de Miriam y de
pronto nos encontramos deseando que pueda recuperarlo. Según su costumbre Mr.
Hitchcock manipula nuestra moral haciéndonos preocupar por la suerte
del villano. Asimismo, en distintas oportunidades alterna el punto de vista de Guy con el de Bruno, convirtiendo al espectador en ambos. Ello puede verse en la escena en la cual Guy increpa a Bruno en la fiesta dada por el Senador Morton y también durante la pelea en el carrusel. En el mismo sentido, el director no incentiva nuestra simpatía por
Miriam, pese a que es una víctima especialmente vulnerable (está embarazada).
La forma en que es presentada nos hace despreciarla: es calculadora, le ha sido
infiel a Guy cuando aún estaban juntos y además sale en una cita con dos
muchachos demasiado jóvenes que no saben que está embarazada y ¡coquetea con
Bruno a la vez! Una víctima de tal naturaleza eleva la consideración de Bruno a
los ojos del público, convirtiéndolo en una suerte de justiciero (de la misma
manera, durante su incursión en el parque de diversiones “castiga” a un niño que
lo molesta y "absuelve" a un hombre ciego ayudándolo a
cruzar la calle) y realza la falta en la que incurre Guy al incumplir su parte
del trato. Esta distorsión moral es expuesta por los personajes en una escena
posterior en la cual “Babs” (Patricia Hitchcock), la hermana de Anne, ataca la
memoria de Miriam y es reprendida por su padre (Leo G. Carroll), único
personaje que recuerda que, con todos sus defectos, Miriam era un ser humano y
tenía derecho a buscar la felicidad. Más tarde, llega la representación visual
del conflicto que plantea la trama en la escena del carrusel: el equilibro
representado por un objeto que gira siempre su eje a una velocidad moderada y
constante se rompe en cuanto la policía mata por error al operador (otra
alteración del orden establecido). El caos se impone poniendo en riesgo a los
personajes y la calma sólo es restablecida luego de que el artefacto es frenado
súbitamente causando su destrucción total. De la misma forma, el orden en la
vida de Guy sólo vuelve luego de unas cuantas peripecias (y algunos muertos en
el camino…) pero ya nada será lo mismo. Su aventura lo ha transformado, tal
como sugiere la escena final en la que Anne y él huyen de un párroco que los
reconoce en su viaje de regreso a casa.-
El
tema de la película es, por supuesto, la transferencia de la culpa como en
muchas de otras películas de Mr. Hitchcock, esta vez en una forma más compleja dado que Guy materialmente no cometió el crimen del cual es sospechoso pero sí es responsable por la muerte de Miriam y de alguna forma también lo
es por las de Bruno y del operador del carrusel al mismo tiempo que gracias a
su reticencia salva la vida del Sr. Antony. Pero además, hay aquí otro tema
subyacente que ha sido señalado por Donald Spoto en “The art of Alfred Hitchcock. Fifty years of his motion pictures”, y es el de la supuesta homosexualidad de los protagonistas. Esta
interpretación emparentaría Strangers on
a train con Rope (La soga), de
modo tal que nuevamente tenemos a Farley Granger interpretando a un joven forzado
a confrontar su lado oscuro por un homosexual más agresivo; pero también
con Shadow of a doubt – La sombra de
una duda – en la forma en que la joven Charlie despierta a la sensualidad al
mismo tiempo que a sus impulsos criminales en cuanto el tío Charlie entra en su
vida, y con la mayoría de las películas de Mr. Hitchcock. Se trata una vez más
del antiguo tema del director: el poder destructivo de la pasión, que no
distingue entre hombres y mujeres, ya sea que estén involucrados en relaciones
hetero u homosexuales. Las actuaciones de Robert Walker y de Farley
Granger refuerzan esta interpretación, sobre todo la forma en que éste último
representa la interacción de Guy con los demás personajes: se muestra
apasionado pero no del todo convincente con Anne y sólo está cómodo con otros
hombres o con alguna mujer que no represente una amenaza en términos
románticos, como “Babs” o Miriam.-
No quisiera terminar este
comentario sin referirme a la madre de Bruno (Marion Lorne), ¡hablando de
madres hitchcockianas, ésta probablemente se lleve el premio mayor! Antes de
conocerla, podemos pensar que Bruno es un personaje excéntrico; después, ya no
queda ninguna duda que tiene que
estar totalmente perturbado. La duplicidad entre Bruno y su madre es resaltada
con delicadeza en la escena en la que Anne intenta advertir a la Sra. Antony
sobre la peligrosidad de su hijo: antes de retirarse de la sala, ésta última se
voltea y hace un pequeño ademán a Anne. Un par de minutos más tarde, Bruno
repite el gesto.-
Las interpretaciones en
esta película son absolutamente brillantes. Comenzando por los dos
protagonistas, Robert Walker compone uno de los villanos más atractivos de la
filmografía de Mr. Hitchcock y brinda, junto con Marion Lorne, el trabajo más
memorable en Strangers on a train, su
última película. Farley Granger vuelve a aportar su vulnerabilidad y de nuevo,
como en Rope, eso es precisamente lo
que su personaje necesita para que resulte verosímil verlo envuelto en toda
clase de problemas. Ruth Roman resulta un poco distante y eso cimenta la
interpretación de Spoto según la cual Anne sólo será una “esposa trofeo” para
Guy, alguien que lo ayude a encumbrarse y a lucir respetable sin exigirle
demasiado. Patricia Hitchcock se desempeña muy bien y cumple una importante función
clarificadora: en la mayoría de sus películas Mr. Hitchcock incluye
un personaje que explica ciertos puntos tal vez oscuros del guión y que
representa la voz del espectador. Laura Elliott, finalmente, deja un recuerdo
persistente que compensa su breve participación y de alguna forma logra la
redención de su personaje: justo antes de morir, cuando Miriam se encuentra
cara a cara con Bruno parece recuperar la inocencia en su reacción.-
El cameo de Mr. Hitchcock
puede verse en la escena en la que Guy llega a Metcalf para encontrarse con
Miriam. El director sube al tren cargando un contrabajo.-
Existen al menos dos
ediciones nacionales de Stranger on a
train, distribuida como “Pacto siniestro”. La primera de ellas llamada “Triple presentación Hitchcock 3” incluye Stage fright (Pánico en la
escena, Desesperación) y The trouble with
Harry (Pero ¿quién mató a Harry?, El tercer tiro). La calidad de la imagen
es muy buena y tiene subtítulos en español bastante
bien hechos, con algún errorcito de ortografía en el comienzo. La otra es una
doble presentación que incluye la llamada “versión británica” de Strangers on a train, que no es tal sino
una versión previa modificada luego para el estreno. Esta versión no difiere
demasiado de la versión definitiva, tiene un epílogo diferente, menos
ingenioso, y hace mayor énfasis en la voracidad de Bruno. Yo recomiendo una
versión importada que fue lanzada a la venta individualmente y también como
parte integrante de un box set llamado The signature collection.
El conjunto se completa con Foreign
correspondent (Enviado especial), Mr. and Mrs. Smith (Matrimonio
original), Suspicion (Sospecha), Stage fright (Pánico en la
escena), I confess (Yo confieso, Mi secreto me condena), Dial M for
murder (Crimen perfecto, La llamada fatal), The wrong man (Falso
culpable, El hombre equivocado) y North by Northwest (Con la muerte en
los talones, Intriga internacional). La calidad de la imagen y del sonido es
excelente, al igual que la de los subtítulos en español. Se trata de un DVD
doble que incluye ambas versiones (la definitiva y la de pre – estreno) y
varios documentales interesantes, pero sin subtítulos en español.-