Argumento: La vida de los McKenna (James Stewart, Doris Day y Christopher Olsen) se altera dramáticamente cuando, durante sus vacaciones en Marruecos, presencian el asesinato de Louis Bernard (Daniel Gélin), un hombre al que habían conocido poco tiempo antes. Antes de morir Bernard susurra un secreto de espionaje al Dr. McKenna. Para asegurar su silencio, los malvados Sr. y Sra. Drayton (Bernard Miles y Brenda de Banzie) secuestran al hijo de los McKenna y lo llevan a Londres. Ahora el matrimonio debe rescatar a su hijo e intentar, en el transcurso, salvar la vida de un político extranjero.-
The man who knew too much (TMWKTM en lo sucesivo) es una remake de la película del mismo título que Mr. Hitchcock filmó en 1934 y, en este caso, el experimento dio como resultado una obra infinitamente mejor a la anterior. Ambas películas tienen una trama similar pero la locación inicial es diferente (Suiza en la primera y Marruecos en la segunda), como también lo es la psicología de los personajes, la estructura y la calidad general del film.-
En comparación con la versión de 1934 (reseñada en http://mi-blog-sobre-mr-hitchcock.blogspot.com.ar/2014/04/the-man-who-knew-too-much-el-hombre-que.html) los
personajes están mucho mejor delineados. Ben McKenna se nos presenta en un comienzo como un hombre con todas las respuestas y un poco altanero frente a propios y extraños. Jo, por su parte, abandonó su carrera de cantante profesional en pos de su familia (no logra conciliar con Ben que se establezcan en una ciudad en la que pueda continuar trabajando) pero ello no le significó sentirse realizada como madre y esposa; por el momento su vida se encuentra relegada. En la escena inicial, mientras la familia viaja en autobús hacia Marrakech, el pequeño Harry se interpone entre Ben y Jo y la relación entre éstos aparece como distante. Más tarde aprendemos que el matrimonio atraviesa una crisis e incluso Jo abusaba de drogas recetadas (¿antidepresivos?). El secuestro del hijo produce un cambio fundamental en la situación de Ben y de Jo considerados individualmente y como pareja. Individualmente, Ben aprenderá una lección de humildad y Jo demostrará su valía (de hecho, es ella quien salva la vida del político extranjero y quien encuentra al niño, todo ello gracias a su voz - la misma que utilizaba para trabajar); como pareja, la experiencia los une y en la escena final, cuando todos se reúnen luego de rescatar a Harry, el niño vuelve a estar en medio de sus padres pero la postura corporal de los adultos es muy diferente a aquella del comienzo.-
En cuanto a la estructura de la película, la versión de 1934 sufre mucho por la larga escena del tiroteo que culmina con el rescate de la hija de los Lawrence (Nova Pilbeam). Esta versión tiene una estructura mucho más equilibrada y desde las primeras escenas el director construye el suspenso para lo que vendrá en la sección media. La sucesión de encuentros pretendidamente casuales entre los personajes que se da durante la primera parte nos pone en alerta. Sabemos que algo está por pasar y durante ese tiempo el director juega con nosotros aliviando y aumentando la tensión. Luego, cuando Louis Bernard muere en el mercado pensamos “ya sucedió lo que esperábamos” pero no… esa muerte es solo un McGuffin y lo peor para los McKenna todavía está por venir. Durante el segundo acto, Mr. Hitchcock vuelve a utilizar la estructura basada en episodios para contar las peripecias de Ben y Jo a través de pequeñas historias con comienzo, desarrollo y desenlace: una secuencia en la que Ben llega a un taller de taxidermia en busca del misterioso Ambrose Chappell; otra, en la cual el matrimonio descubre a los Drayton en su rol de líderes de una comunidad religiosa; y la tercera, magistral y sin diálogos, en la cual Jo se debate entre salvar al diplomático arriesgando la vida de su hijo o bien dejar que lo maten, aunque eso no le da certezas de que su hijo le será restituido. Durante esta última secuencia, de casi diez minutos, Mr. Hitchcock utiliza la misma cantata que en la versión anterior esta vez arreglada y dirigida (delante y detrás de la pantalla) por Bernard Herrmann y el montaje realizado me hace pensar en la escena del tranvía en Sabotage: allí, la sucesión de planos breves que muestran la bomba que el niño lleva escondida en latas de película imitaba el tic-tac del reloj. Aquí, los planos muestran alternadamente a la orquesta, al asesino, a la víctima y a Jo en un montaje cada vez más acelerado hasta llegar al choque final de los platillos que disimularán el sonido del disparo fatal. Todo ello opera como un estallido de bomba metafórico y aumenta la tensión y la angustia del espectador, que sufre en la misma medida que Ben y Jo.-
Otro elemento que vuelve de películas anteriores es aquella vieja premisa según la cual Mr. Hitchcock utiliza todo lo que el entorno o las profesiones de sus personajes puede ofrecerle. En cuanto al entorno, el director aprovecha al máximo las posibilidades que brinda Marrakech como locación: las diferencias culturales, los mercados, la emoción y las aventuras que esta familia norteamericana parece buscar y también el peligro que asimilamos a lo desconocido. Y sus profesiones también son utilizadas dramáticamente: Ben, como médico, no solamente está perfectamente capacitado para anticipar y evitar la crisis nerviosa que su esposa sufrirá cuando sepa del secuestro de su hijo sino que también, y más importante aún, se comporta como un hombre acostumbrado a encontrar una causa para cada efecto y a combatir cada signo de caos, restableciendo el orden. En este sentido, las peripecias que vive a lo largo de la película ponen a prueba esta cualidad, representando factores que no puede prever ni remediar. Jo, como mencioné anteriormente, solía ser una cantante profesional y es precisamente su voz lo que permite la salvación de las dos víctimas de la película, el diplomático y su hijo. La condición de cantante de la propia Doris Day es, además, muy bien utilizada por el director con fines dramáticos: cuando Jo prepara a su hijo para dormir mientras cantan juntos "Que será, será", Mr. Hitchcock no sólo nos está complaciendo como espectadores sino que, fundamentalmente, está sentando las bases para la resolución del conflicto. Cuando más tarde la misma canción sirva para encontrar a Hank, el director logra cerrar el círculo y demostrarnos su respeto: atar todos los cabos es su manera de honrar la relación que establece con su público. Y lo hace a través de una canción que habla sobre el destino y la inevitabilidad de aquello que debe ser...
No suelo referirme a menudo a aquellos que acompañaban a Mr. Hitchcock en sus películas, pero en este caso creo que vale mencionar que TMHKTM es la primera de una serie de obras que el director realizó con un equipo consolidado de colaboradores que incluían a Robert Burks (dirección de fotografía), George Tomasini (edición), Henry Bumstead (diseño de producción), Edith Head (vestuario), Bernard Herrmann (música) y Herbert Coleman (producción). Mr. Hitchcock prefería trabajar con personas a las que ya conociera, en cuyas habilidades pudiera confiar y que ya supieran lo que él deseaba y esperaba de ellas y si prestamos atención a los nombres que anteceden al director en los títulos veremos que no es casual que se repitan en las películas más logradas desde lo técnico y más reconocidas y queridas por el público general.-
El mismo principio se aplica para el protagonista masculino de esta película. James Stewart aparece aquí en su tercera colaboración con Mr. Hitchcock, aportando (como el director bien sabía) mucha emoción al personaje de Ben. Aquí Stewart demuestra qué bien puede manejar toda esa emoción, ya sea conteniéndola (la escena en la que habla por teléfono con el secuestrador de su hijo es genial y Stewart la compone con todo el cuerpo, desde sus ojos increíblemente celestes hasta sus manos nerviosas) o bien liberándola durante varias escenas del segundo acto. Doris Day interpreta un raro papel dramático, muy muy diferente de aquello que recordamos cuando pensamos en ella, y se pone tan a la altura de las circunstancias que resulta una pena que no haya hecho muchos más intentos en este sentido. Su interpretación de Jo McKenna logra una de las madres más queribles de la obra de Mr. Hitchcock (es una de las pocas madres “buenas” de su filmografía). Su alter ego, la madre “mala” está encarnada por Brenda de Banzie, y aunque hacia el final casi salva el día, en esos primeros planos en los que mira directamente hacia la cámara (en ello me recuerda a Judith Anderson en Rebecca y a Anthony Perkins en su última escena en Psycho) resulta temible. Y tanto ella como Bernard Miles y Reggie Nalder (el desafortunado asesino) tienen en el fondo la misma vulnerabilidad que los mejores villanos hitchcockianos.-
El cameo de Mr. Hitchcock puede verse antes del asesinato de Louis Bernard, en la escena que transcurre en el mercado de Marrakech. Mientras Jo y Ben miran a los trapecistas, el director aparece de espaldas a la izquierda del cuadro.-
The man who knew too much se consigue en Argentina con el título “En manos del destino” en una triple presentación que se completa con Suspicion (La sospecha) y The lady vanishes (La dama desaparece). La calidad de la edición es bastante buena pero no contiene ninguna característica especial. Además existe en el mercado otra edición que incluye The birds (Los pájaros), aunque no puedo decir nada sobre ella porque no la ví; y una que recomiendo a ciegas, editada como parte de la Colección Alfred Hitchcock (algunos otros títulos de la colección son Vertigo, Shadow of a doubt, Rope, Marnie) que lamentablemente está agotada pero estoy segura de que debe ser impecable como el resto de la serie.-