Argumento:
El padre Michael Logan (Montgomery Clift) recibe la confesión de Otto Keller
(O. E. Hasse), un inmigrante alemán que asesinó a un hombre llamado Villette
(Ovila Legare). Logan es culpado por el asesinato cuando se descubre que
Villette chantajeaba a la antigua novia de aquél, Ruth (Anne Baxter), pero se
ve impedido de revelar la identidad del verdadero culpable a causa del secreto
de confesión.-
Esta
película está dentro del grupo de las que menos me gustan de la filmografía de
Mr. Hitchcock. Pese a que visualmente es muy hermosa, no logro disfrutar del
todo su visionado por varios motivos…
En
primer lugar, espero no estar en el grupo que Mr. Hitchcock llamaba “nuestros
amigos los verosímiles” pero coincido con M. Truffaut en su objeción respecto a
que parece una coincidencia muy grande que Keller asesinara justamente al
hombre que chantajeaba a la antigua novia del sacerdote con el cual se
confiesa. Un detalle anterior dentro de la cronología de la historia me molesta
aún más: según cuenta Ruth al inspector Larrue (Karl Malden) y al fiscal Willy
Robertson (Brian Aherne), ella conoció a Villette el día de su boda con Pierre Grandfort
(Roger Dann) cuando aquél se presentó sin ser invitado. Tiempo más tarde se
reencuentra con su antiguo novio, Logan, quien ha regresado de combatir en la
II Guerra Mundial – todavía no es sacerdote – y ambos son sorprendidos por una
tormenta que los obliga a refugiarse toda la noche en una glorieta. A la mañana
siguiente Villette los descubre y reconoce a Ruth. A partir de entonces la
chantajea con contarle a su marido sobre su supuesto romance extramatrimonial con
Logan si ella no logra que se le perdonen deudas por impuestos. Tal vez esté
quedándome en giros no esenciales del guión, pero me pregunto ¿por qué Villette
estaba en la boda de Ruth sin haber sido invitado? ¿Acaso acostumbraba irrumpir
en todas las bodas de Quebec con la esperanza de encontrar luego a las novias
en situaciones comprometedoras con otros hombres y en su propio patio? Sabemos
que cuando miramos una película, especialmente una de Mr. Hitchcock, debemos
suspender la incredulidad, pero en este caso me resulta difícil hacerlo a tal
extremo…
Otra
de las cosas que me disgustan de I
confess son sus personajes principales. Ruth me recuerda ligeramente a
Maddalena Paradine, la protagonista de The
Paradine case (El proceso Paradine, Agonía de amor): ambas eligieron
matrimonios sin amor con hombres ricos que podían proveerles seguridad y
protección, ambas se entregan a la pasión por un hombre que no pueden tener,
ambas llevan a la perdición a sus hombres. Sin embargo, Ruth no inspira
compasión en la misma forma que Maddalena. Por el contrario, a lo largo de toda
la película se comporta en forma superficial e infantil y parece jugar un juego
cuyas reglas desconoce. Creo que el propio director quería que la viéramos de
esa forma: el romanticismo del flashback
en el cual cuenta su historia es llevado a un grado extremo y refleja el punto
de vista de su protagonista. Keller, por su parte, me resulta un villano
bastante plano. Su dolor por ver a su esposa Alma (Dolly Haas) trabajar tan
duro resulta conmovedor pero falso a la vez: solo lo percibimos en sus palabras
pero no en sus acciones y en definitiva no estoy del todo convencida de que
haya intentado robar a Villette para mejorar la situación de Alma. Su
insistencia en perjudicar al Padre Logan tampoco me parece del todo
justificada. Keller, en definitiva, es malo porque es malo y eso lo coloca muy
por debajo de otros villanos hitchcokianos que suelen tener personalidades y
motivaciones más complejas. Logan, finalmente… bueno, creo que mis objeciones
hacia él no tienen tanto que ver con el personaje como con Montgomery Clift.
Entiendo que no puede señalar al
verdadero culpable pero su pasividad me exaspera en una forma en que no lo hace
por ejemplo la de Manny, el protagonista de The
wrong man (El hombre equivocado, Falso culpable). Además siento que está
muy bien en las escenas del flashback y
en las del juicio, pero por momentos sobreactúa la solemnidad de su personaje. Creo
que simplemente no me gusta Clift y por eso siento tan poca predisposición a
compadecer al Padre Logan por sus infortunios.-
Como
casi siempre, son los personajes secundarios y los actores que los encarnan quienes
se destacan, aún cuando aquí ello no sea suficiente frente a la poca sustancia
de los principales. El inspector Larrue es uno de los pocos policías
inteligentes en la filmografía de Mr. Hitchcock: es un hombre de lógica,
determinado y astuto, y un joven Karl Malden lo interpreta a la perfección.
Siguiendo del lado de la ley, Willy también me resulta un personaje
interesante: con todos sus juegos de equilibrio parecería que no se toma muy en
serio la cuestión pero ello, lejos de constituir una metáfora sobre su actitud
frente a la Justicia, no le impide cumplir impecablemente con su función cuando
el deber lo llama. Pierre pertenece a esa categoría hitchcockiana integrada por
los hombres casados con mujeres que no los aman, tales como Alex Sebastian en Notorious (Encadenados, Tuyo es mi
corazón) y Mark Rutland en Marnie
(Marnie la ladrona) y en cierto modo es bastante parecido a este último: brinda
protección y seguridad a su esposa y hacia el final de la película parece que
por fin se gana su corazón, sea por el motivo que fuere. Esta posición siempre
resulta conmovedora y me hace tomar partido por él frente a Logan. Y por
último, Alma es interpretada por Dolly Haas con mucha delicadeza y (¡alerta de spoiler!) su muerte es terriblemente
conmovedora. Muere de manera similar a Mr. Memory en Thirty – nine steps (Treinta y nueve escalones), tras decir la
verdad y señalar al culpable.-
En
definitiva creo que I confess trata,
como tantas otras películas de Mr. Hitchcock, sobre el poder destructivo de la
pasión (aquí Ruth arrastra a todo el mundo a la perdición a causa de su pasión
por Logan, tanto cuando pretende materializarla como cuando intenta salvarlo)
pero sobre todo sobre el deber. Todos los personajes tienen un deber asignado:
algunos cumplen con él, ya sea para su desgracia como Logan y Alma o bien para
su ventura como Larrue y Willy; y otros lo transgreden y pagan caro por ello
como Keller, Villette o Ruth. Tal vez por eso la película resulte tan densa en
una forma que no suele verse en la filmografía de Mr. Hitchcock. Sin embargo,
no faltan esos pequeños toques de humor y de ironía, tales como la costumbre
del Padre Benoît (Gilles Pelletier) de dejar su bicicleta en la rectoría o, más
agudamente, la conducta indolente de algunos jurados durante el juicio o la
desagradable mezcla de curiosidad e indiferencia (si ello es posible) de la
mujer que come una manzana mientras no puede dejar de mirar la bochornosa
salida de los Tribunales del Padre Logan. Finalmente, Mr. Hitchcock no deja
pasar la oportunidad de hacer un pequeño comentario sobre el sistema judicial:
durante el juicio, el juez parece aburrido y Logan se encuentra a merced de un
abogado que no parece demasiado competente.-
He
dejado para el final una mención hacia los aspectos de la película que sí me
gustan, que son los visuales. Por un lado, la fotografía es impecable. I confess es prácticamente la última
película en blanco y negro de Mr. Hitchcock (en los años siguientes sólo
volvería a esta técnica en dos oportunidades con The wrong man y Psycho –
Psicosis) y la última que todavía conserva la estética general de sus películas
de los años ’40. A partir de la película siguiente, Dial M for murder (Crimen perfecto, La llamada fatal) ya todo sería
diferente: la iluminación, el vestuario, las estrellas; pero aquí todavía
estamos en terrenos conocidos. Y por otro lado, Mr. Hitchcock demuestra que
domina absolutamente su oficio y para cada toma coloca la cámara en el único
lugar posible. Además, en todo momento se mantiene en su empeño por mostrar las intenciones de sus
personajes antes que explicitarlas. Como ya señalé en otras entradas, las
películas de Mr. Hitchcock no son una sucesión de fotos de “gente hablando”
sino de “gente pensando”.-
El
cameo del director puede reconocerse con mucha facilidad al comienzo de la
película, cuando atraviesa la pantalla de derecha a izquierda en lo alto de
unas escalinatas.-
I confess
puede conseguirse en Argentina bajo el título “Yo confieso” en una edición
bastante económica y no demasiado cuidadosa perteneciente a una serie llamada
“Hitchcock. Clásicos del suspenso”, además de alguna otra edición que puede
conseguirse con el título de “Mi secreto me condena”. Yo prefiero la edición
importada que fue lanzada a la venta individualmente y también como parte
integrante de un box set llamado The signature collection. El
conjunto se completa con Foreign
correspondent (Enviado especial), Mr. and Mrs. Smith (Matrimonio
original), Suspicion (Sospecha), Stage fright (Pánico en la
escena), Strangers on a train (Pacto siniestro, Extraños en un tren), Dial
M for murder (Crimen perfecto, La llamada fatal), The wrong man (Falso
culpable, El hombre equivocado) y North by Northwest (Con la muerte en
los talones, Intriga internacional). La calidad de la imagen y del sonido es
excelente, al igual que la de los subtítulos en español. El DVD incluye un
documental muy interesante sobre la creación de la película, pero sin
subtítulos en español.-
Hace un montón que no la veo..., pero sí recuerdo que no es de mis películas favoritas de Hitchcock. Como siempre me ha gustado un montón leerte. Y a pesar de los pesares, me ha apetecido mucho volver a verla. No recordaba a Karl Malden en su reparto, un actor que me suele gustar mucho. Lo adoré a partir de La ley del silencio de Elia Kazan. ¿No te gusta Clift en esta película o en general? A mí es un actor que me despierta algo... Esta no es mi película favorita de Clift pero me encanta cómo construye sus personajes en La heredera de William Wyler, Un lugar en el sol de George Stevens, Estación Termini de Vitorio de Sica, De aquí a la eternidad de Zinneman y en Vidas Rebeldes de John Huston. Es un actor con papeles de hombre frágil o atormentado (algo muy cercano a su vida personal) pero a la vez con un carácter oscuro o con una fuerza especial que le hace sobrevivir.
ResponderBorrarBesos
Hildy
Primero debo confesar que no he visto mucho del trabajo de Clift, así que no sería correcto decir que no me gusta en general, pero... no, no me gusta. Está muy bien en "Juicio en Nuremberg" pero siempre tiene esa expresión que no sabría cómo describir, como de que está por decir algo pero no se anima (también un reflejo de su vida personal a decir verdad...). Creo que me pasa algo similar a mi impresión de Joan Fontaine: no me gusta, pero cuando empiezo a prestar atención a su actuación no está mal y sin embargo, eso no me hace cambiar de opinión. Hoy estoy complicada, jaja.-
BorrarMe va a encantar leerte si volvés a ver esta peli.-
Un beso grande, Bet.-